Un ex-ingeniero de Google se enfrenta en Estados Unidos a una petición de 330 años de cárcel por haberse llevado secretos empresariales sobre conducción autónoma a Uber. Esta noticia sobre una figura jurídica algo oscura ha saltado recientemente a los medio de comunicación, seguramente por lo elevado de su pena. ¿Sería una situación semejante posible en Europa?
Hasta 2016, no existía un marco juridico uniforme en Europa respecto a los secretos empresariales, y de hecho, en España no existía ninguna ley sobre este asunto (se empleaba la figura de la competencia desleal). Esto se ha resuelto gracias a la aprobación de la Directiva (EU) 2016/943 del Parlamento Europeo, de 8 de junio de 2016 y que ha sido traspuesta en cada país europeo en estos últimos años (en España a través de la Ley 1/2019, de 20 de febrero de 2019, de Secretos Empresariales, ya en vigor).
¿Qué es un secreto empresarial?
Un secreto empresarial se define como cualquier información no conocida que sea valiosa para la empresa y que haya sido objeto de medidas para mantenerla secreta. No existe una lista cerrada de información susceptible de convertirse en secreto empresarial: pueden ser listas de clientes, modelos de negocio, información de precio y costes, código software, fórmulas químicas, etc. Un ejemplo clásico de secreto empresarial sería la fórmula de la Coca Cola, el algoritmo de Google, o la receta del rebozado de Kentucky Fried Chicken.
¿En qué se distingue de una patente?
Además de la diferencia más obvia, que es que el secreto no es revelado públicamente y la patente sí, hay otras dos que pueden hacer inclinar la balanza hacia el secreto empresarial como medida de protección prioritaria.
En primer lugar, el secreto empresarial tiene una protección ilimitada en el tiempo, mientras que la patente tiene una duración de 20 años. Por pone run ejemplo, si Coca-Cola hubiera patentado su fórmula hac eun siglo, ya no tendría el monopolio sobre ella y sus competidores podrían clonar su producto.
En segundo lugar, las patentes están limitadas con respecto a su ámbito de aplicación, (solo se refieren a invenciones técnicas), mientras que los secretos empresariales pueden proteger potencialmente cualquier tipo de información que le sea útil a la empresa. Por ejemplo, la influyente lista de bestsellers del New York Times está protegida como secreto empresarial, y no podría ser objeto de patente.
¿Cómo se protege un secreto empresarial?
Para que una información se beneficie del régimen del secreto empresarial, debe de haber sido objeto de medidas para mantenerla secreta. Tampoco existe una lista cerrada de métodos, aunque algunas formas habituales son: la inclusión de cláusulas de confidencialidad en los contratos laborales, el encriptado de documentos sensibles, el uso de tarjetas de acceso a determinados lugares del centro de trabajo, o incluso algo tan sencillo como el uso de un membrete con el término “confidencial” en los documentos que así lo sean.
La clave consiste no solamente en mantener la información secreta, sino en poder demostrar que ha habido un esfuerzo para que lo sea, y así poder gozar de protección no solo fáctica, sino también jurídica si se llega a un pleito.
El régimen europeo no prevé que la revelación de secretos empresariales pueda ser considerada un delito penado con cárcel, como sí sucede en EEUU, así que el caso de el ex-Google sería seguramente disinto. Sí que se prevé la compensación económica. Quizás eso sea suficiente para que la práctica habitual de bajarse información a un USB en el último día de trabajo, acabe pasando a la Historia.
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